Ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras.
martes, 30 de septiembre de 2008
lunes, 29 de septiembre de 2008
viernes, 26 de septiembre de 2008
Lo sabio ni a Sus pies
No les resto inteligencia e ingenio; si han de hablar, procuraré escucharles con atención. No me irritan su finos criterios, al contrario, aprecio la instrucción y los destellos de luz. Entiendo, en gran parte, su torpeza al socializar; de hecho me resulta bastante cómica, pues cómo practicar maneras con un libro en un cuarto a solas, donde la única esperanza en la mayor parte del día es: “disculpe, aquí los tiene” del que se ha ofrecido llevarles los alimentos. Y para nada me molestan sus fachas genuinas, porque sí, sí creo sólo son contadas las ocasiones que se ven en un espejo; ni en mil años les cruzará ofenden al “fashion industry” de París.
Pero… pero ese modo de ver la pregunta ignorante, de levantar le ceja y apuntar al cielo, como si, por favor, también estuviera atentísimo a cada una de sus palabras, cada vez que se aproxima un discurso, me revuelve el estomago y me dan ganas de correr para que, si es que se llegan a dar cuenta, vean sólo ha quedado su único público fiel: los grillos.
Y más, los que alimentan sus pechos inflados al olvidar, al igual que aquellos, que no es para tanto si tuvieran una perspectiva real del las cosas.
Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.” (1 Corintios 1:24).
jueves, 25 de septiembre de 2008
miércoles, 24 de septiembre de 2008
¡Ay de aquel hombre!
Estos son dos fragmentos de un artículo de Eugenio Orellana, fundador y director de la Asociación Latinoamericana de Escritores Cristianos...
La globalización, ese monstruo que nos tiene a todos atrapados en sus fauces insaciables, tiene la virtud (¡vaya virtud!) de esconder en sus intrincados laberintos sociales a los verdaderos culpables de la situación que vive el mundo de hoy. Y lo logra con tal maestría, que nadie puede señalar a nadie y así, aquellos que —tomando las palabras de Jesús— deberían ser echados a lo profundo del mar con una piedra de molino de asno colgando del cuello, siguen tan campantes haciendo de las suyas.
...
La gasolina en el mundo sigue subiendo. Imposible identificar a «aquel hombre» que ha generado este problema. Se están terminando los productos agrícolas que se reproducen mediante semillas y pronto habrá que conseguirlas (las semillas) de ciertas compañías transnacionales que tendrán el monopolio de su venta en el mundo. ¿Cómo ubicar a quienes dirigen estas compañías gigantes si se pertrechan en edificios herméticamente cerrados a visitantes indeseados? Se fabrican automóviles movidos por electricidad con generadores autorrecargables y que podrían ser abastecidos de poder, además, en el propio tomacorrientes de la casa, pero de pronto desaparecen del mercado y no se vuelve a oír de ellos. ¿A quién preguntarle las razones que se tuvieron para sacar del mercado esos vehículos que podrían ser la solución para el transporte de millones a lo ancho y largo del planeta? ¡No hay a quién preguntarle! ¡No hay responsables! ¡Las puertas permanecen cerradas y no hay quien las abra, a lo menos por ahora!
Se destruye la selva del matto grosso talando indiscriminadamente miles y millones de árboles y se echa la culpa a unos pobres aborígenes que hacen quemas controladas para poder sembrar su yuca y su malanga. Se provoca el deshielo tanto en el Polo Norte como en el Polo Sur y todos nos preguntamos a qué se debe. Y la respuesta, ingenua y maliciosa es: al recalentamiento global. Como si este fenómeno se diera por generación espontánea sin que la mano de «aquel hombre» tenga algo que ver con el asunto. Y nos dicen que nosotros somos los culpables por usar un desodorante con aerosol. Y nosotros, sospechando que esa es la causa, empezamos a usar desodorante tipo roll-on. Pero el problema no solo se mantiene sino que se agrava. Y nosotros, por si acaso, seguimos con el roll-on.
La globalización, ese monstruo que nos tiene a todos atrapados en sus fauces insaciables, tiene la virtud (¡vaya virtud!) de esconder en sus intrincados laberintos sociales a los verdaderos culpables de la situación que vive el mundo de hoy. Y lo logra con tal maestría, que nadie puede señalar a nadie y así, aquellos que —tomando las palabras de Jesús— deberían ser echados a lo profundo del mar con una piedra de molino de asno colgando del cuello, siguen tan campantes haciendo de las suyas.
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La gasolina en el mundo sigue subiendo. Imposible identificar a «aquel hombre» que ha generado este problema. Se están terminando los productos agrícolas que se reproducen mediante semillas y pronto habrá que conseguirlas (las semillas) de ciertas compañías transnacionales que tendrán el monopolio de su venta en el mundo. ¿Cómo ubicar a quienes dirigen estas compañías gigantes si se pertrechan en edificios herméticamente cerrados a visitantes indeseados? Se fabrican automóviles movidos por electricidad con generadores autorrecargables y que podrían ser abastecidos de poder, además, en el propio tomacorrientes de la casa, pero de pronto desaparecen del mercado y no se vuelve a oír de ellos. ¿A quién preguntarle las razones que se tuvieron para sacar del mercado esos vehículos que podrían ser la solución para el transporte de millones a lo ancho y largo del planeta? ¡No hay a quién preguntarle! ¡No hay responsables! ¡Las puertas permanecen cerradas y no hay quien las abra, a lo menos por ahora!
Se destruye la selva del matto grosso talando indiscriminadamente miles y millones de árboles y se echa la culpa a unos pobres aborígenes que hacen quemas controladas para poder sembrar su yuca y su malanga. Se provoca el deshielo tanto en el Polo Norte como en el Polo Sur y todos nos preguntamos a qué se debe. Y la respuesta, ingenua y maliciosa es: al recalentamiento global. Como si este fenómeno se diera por generación espontánea sin que la mano de «aquel hombre» tenga algo que ver con el asunto. Y nos dicen que nosotros somos los culpables por usar un desodorante con aerosol. Y nosotros, sospechando que esa es la causa, empezamos a usar desodorante tipo roll-on. Pero el problema no solo se mantiene sino que se agrava. Y nosotros, por si acaso, seguimos con el roll-on.
Cuántas veces
El domingo pasado mi pastor comentaba, entre otras cosas, algo que me dejó meditando: Pablo menciona en una de sus cartas que le había pedido tres veces a Dios le quitará el aguijón de su carne. Como sabemos, no lo hizo y le pidió se bastara en Su gracia. A un lado de meditar sobre el significado del aguijón y sus porqués, nos recalcaba el número de veces de su súplica. Para alguien que estaba acostumbrado a recibir respuestas inmediatas de Dios, tres veces fue demasiado. En nuestro caso, ¿cuántas veces olvidamos lo que pedimos, no creemos Dios tiene poder para conceder a nuestras peticiones, o dudamos de las respuestas?
martes, 23 de septiembre de 2008
The story of stuff
Por Ariana me llegó este análisis que me pareció muy acertado. Ojalá también veas la 2da y 3era parte.
Otoño
Jeremías 45:5
Les comparto un pensamiento, a mi consideración importante meditar, que leí en uno de los devocionales de William MacDonald. Está basado en el versículo Jeremías 45:5:
“Existe una tentación sutil aun en el servicio cristiano, de querer ser grande, de ver nuestro nombre en las revistas o escucharlo por la radio. Pero ésta es una trampa atroz porque despoja a Cristo de Su gloria, nos roba el gozo y la paz y nos coloca como blanco para los dardos de satanás…”
Fácilmente olvidamos dónde encontrar la felicidad.
Dlb.
“Existe una tentación sutil aun en el servicio cristiano, de querer ser grande, de ver nuestro nombre en las revistas o escucharlo por la radio. Pero ésta es una trampa atroz porque despoja a Cristo de Su gloria, nos roba el gozo y la paz y nos coloca como blanco para los dardos de satanás…”
Fácilmente olvidamos dónde encontrar la felicidad.
Dlb.
viernes, 19 de septiembre de 2008
jueves, 18 de septiembre de 2008
Thank You for our daily bread
No sé si es porque procuro siempre recordar en mis oraciones agradecerlos por cuán ricos son que difícilmente los hago a un lado. Hoy fue una de esas veces donde no quería que se acabaran de mi plato y mi estomago tuviera límite. Quedé más que satisfecha. Esta experiencia me recuerda que no solamente me los das todos los días Dios, sino que además concedes a mi gusto.
Me das y no me voy sin más… he de decirte gracias.
martes, 9 de septiembre de 2008
jueves, 4 de septiembre de 2008
martes, 2 de septiembre de 2008
lunes, 1 de septiembre de 2008
It is all about You...
Boring is waking every single day next to the same version of me,
The greatest burden I ever left was myself.
The greatest burden I ever left was myself.
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