miércoles, 8 de agosto de 2012

Adiós y bienvenida



Y desperté en mi cumpleaños viendo, y bien. Gracias a mi Dios porque por unos cuantos años, si es su voluntad que permanezca en mí el aliento de vida, podré levantarme y acostarme sin la ayuda de unos lentes. No es que antes me quejara. Es bonito usar anteojos. En ocasiones portan cierta elegancia y en otras te suman conocimiento. Te puedas quedar quitecito, como viendo el horizonte, como en los portales de los intelectuales famosos, y la gente pensará que de tanto leer se te ha acabado la vista, que más vale elabore bien sus preguntas y no pasar por tonta si es su intención abordarte. Pero decidí experimentar mi vida sin esa pequeña esclavitud de 10 segundos de todas las mañanas al ponerme los lentes de contacto en cada ojo y por 10 segundos de mi vida en la mañana me sentí libre. Quizá me libré de otros 10 más cuando los ojos estaban cansados y se resistían a cualquier tipo de cuerpo extraño. Es una nueva experiencia y se siente bien. Dejaré para un después próximo a la presbicia. Pero más que esto, estoy agradecida a la fuente de todas mis esperanzas y genuinas satisfacciones por un año más a mi lado: a mi Señor Jesucristo. Si él conmigo… lo demás vendrá y como en todo en esta frágil vida terrenal, pasará.

Tú y yo, Señor, este nuevo año sea bienvenido.