lunes, 4 de julio de 2011

Dios puede librarnos

Entre dibujos con colores brillantes, buscando significados claros para poder explicar las palabras de los versículos para memorización. Entre momentos de tranquilidad como distraída sacándole punta a los lápices, que luego compiten por el que la tenga más puntiaguda, pero pensando en algún ejemplo de introducción, atrayente, que sirva para captar el mayor porcentaje de su atención. Entre tararear “yo te alabó de corazón, yo te alabó con la voz. Y si me falta la voz, yo te alabo con…” Y entre pedirle a Dios me dé gracia, concentración para abarcar los puntos más importantes que deban sembrarse en sus corazones, con la esperanza de que en un futuro den su fruto y marquen con firmeza sus caminos; y orando por humildad para ser un simple instrumento que no pretenda contaminar el mensaje de vida con ideas de hombres, me encuentro estos días para con los niños en las clases dominicales. Dando vueltas y vueltas en mi cabeza el ejemplo específico de la edad y el gran testimonio de los jóvenes en el libro de Daniel. Tenían alrededor de 30 años cuando decidieron por Dios y como consecuencia el horno de fuego antes que postrarse ante otro ídolo. Treinta años… y sigo maravillada. Se analiza que sobre este gran ejemplo observado en Sadrac, Mesac y Abed-nego el pueblo judío hasta hoy día nunca ha vuelto a adorar ídolos.

Y no es coincidencia que precisamente hasta hoy pude conseguir el libro Más que un carpintero de Josh McDowell. Tenía tiempo deseándolo leer y llega a mis manos en este momento de compartir con los niños. Pero como siempre sucede, al final el maestro termina aprendiendo más que los alumnos. Más para mí porque me hace ver que para dejar huella de Dios en este mundo, no debemos de descuidar amar a Dios con el corazón sí, pero igual de importante con la mente. Porque nuestra fe no es una ciega, una que no requiere de lógica, inteligencia y raciocinio exhaustivo. La obediencia sobre todo y el alinear el corazón, fuerzas y mente para que como aquellos jóvenes cautivos en Babilonia, obtener sobrenatural sabiduría y valentía; declarar con toda seguridad ante el rey Nabucodonosor que nuestro Dios es capaz de librar del horno del fuego. Confiar de esta forma en el verdadero y único Dios que es digno de todo, y esto incluye nuestras propias vidas.

Sinceramente te recomiendo este libro.

“…sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros 1 Pedro 3:15

Foto: http://www.dansfriends.com/dansfriends.shtml

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