miércoles, 29 de diciembre de 2010

3, 2, 1...

Parece que mis vacaciones se han tranquilizado un poco; tengo la oportunidad de recostarme en cama a escribir dentro de un espacio de tiempo entre melancólico y feliz. Hoy despido a parte de mi familia que regresó a casa y me quedo con la otra compartiendo un chocolate caliente a sorbos lentos y tristes pues sentimos que a vuelta de esquina están ya las obligaciones. Aterriza la burbuja mágica de apretujarnos en familia en la cena de Noche Buena y el recalentado de Navidad; de desayunar a mediodía, rentar películas y verlas hasta el amanecer, y pasear a los lugares de siempre pero nunca iguales porque ahora vamos todos. Pero me quedo con la parte más preciada, esa que siempre está presente en mi corazón aunque pasen las fiestas de fin de año: Agradecer de nuevo a Dios, y por siempre alabar, se haya humillado a venir a tierra a amarnos hasta la cruz en Cristo hombre. Este es el mejor regalo que jamás haya abierto.

Y viene el fin de año, y pido ser valiente. Estas palabras a veces cuestan, y tal vez todo, pero aun así pasan los días y me doy cuenta que no hay otra forma de vivir de un creyente. Después de todo, y al final, mi tesoro por el cual debo pelear jamás estuvo aquí.

Animémonos a ser valientes, a pedir perdón de corazón y a levantarnos. Un sincero abrazo para este 2011.

Foto: http://gizmodo.com/5439797/25-shots-of-a-happy-new-year

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