Fue una de esas ocasiones cuando se perfilan lógica, experiencia y entendimiento; el tiempo se detiene y la frase arrastra hasta el centro la totalidad: Cada quien decide cuánto porcentaje de uno mismo está dispuesto a darle a Jesús –me dijo-. Yo me quedé callada con la mirada perdida, y sin darme cuenta el tiempo había llegado de nuevo.
Vi brisa e intuí había de pasar por un chubasco helado. Aceleré sin pensarlo porque era peor el cansancio. Por un segundo me desorienté pero en ese mismo instante vino el Sol y una gaviota pasó volando por el mar.
“Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará.” (Mateo 21:44).
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