miércoles, 16 de julio de 2008

Pensé que porque en parte tiene doble filo el problema de la palabra es imposible de arreglar. Si bien el convencionalismo ayuda a precisarla, su poder no viene del esfuerzo humano para explicitarla, sino del poder que la acompaña. Cuando me encuentro compartiendo de La Palabra en un plano secundario, nunca menos importante sino igual de consciente, hay una imagen en mi mente donde me encuentro doblada de rodillas implorando sea el Espíritu Santo convenza y dé claridad. Y también, existen las veces donde me aferro a un sistema lingüístico que entre capa y capa me lleva a un vacío absoluto. Decido pedir perdón por lo segundo y hacer de nuevo lo primero.

No es por lo tanto, el medio; es pues, quién lo transporta y traduce.

Entre misterio y milagro el tiempo en que uno asimila, no simplemente lee o conoce, que como bien leí hace poco… solo sé que soy un gran pecador y Jesús un gran Salvador.

1 comentario:

Mario Lizola dijo...

Gracias a Dios Alma por lo que compartes y como dice Pablo...

1 Corintios 2:2 "Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado."