La verdad es que no entendía por qué tanto alboroto; total, no era humano, una simple criatura que demandaba atención, mucho cuidado y dedicación. Qué fastidio pensé, en qué problema nos hemos metido. Lo que pasó después no necesito contarlo. No sabría decir cuándo pero caí, y bien y bonito como todas las demás. No sé por qué Dios quiso que lo perdiéramos, tal vez nunca lo entenderé, pero si sé que estoy muy agradecida con Él por el tiempo de cariño incondicional de esa bola de pelusa blanca, enredada, hiperactiva, fuente de muchísimas risas, caricias y amistad... llana y simple amistad.

Ay bebé mugroso, quién diría que te iba a extrañar tanto…