miércoles, 27 de febrero de 2008

Sécase la hierba...


No daré pretextos; siempre hay forma de darle continuidad a todas las cosas que se inician. No sé cuándo ni cómo perdí mi cuenta anterior pero tuvo que abrir una nueva. Podrán ver que ahora esto se ve medio pelón.

La perdí entonces, pasaron los días, y no veía como retomar las riendas o encontrarlas. Pero bueno, no sé por qué ahora reaparecieron y decidí agarrarlas.

Seguirá igual, todo excepto un mayor esfuerzo por no abandonarlo por tanto tiempo. No quisiera que fuera un viejo amigo que necesita recuentos o pláticas más explícitas para estar al día, sino una herramienta que exponga cosas más interesantes; tal vez, o lo más seguro, las que traten y giren sobre la persona de quien el mundo no se cansará de hablar: de Jesucristo.

Como todo en la vida, las ideas y palabras nacen, mueren, se reinventan, mueren de nuevo, sacuden, decepcionan, se desmayan, terminan, lo que sea. Por eso mejor decido explorar aquellas que me aseguran permanecen para siempre… Sécase la hierba, marchítese la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre. Isaías 40:8.


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