La verdad no sé por qué tanta risa, a lo mejor si yo estuviera en su lugar –de Ana-, también me reiría de mi misma si me viera ahí sentada.
No es como que me remonte a la primaria porque no tuve el privilegio de experimentar las idas y venidas en él; pasó lo contrario, todos los días, los de casa, se aseguraban de dejarme frente a la puerta de la escuela al entrar y salir. Así es que no tengo recuerdos de viajar, entre griteríos y carcajadas, por las mañanas o tardes con mis amigos, ni de sentir miedo a ese largo pasillo que acusa o muchas veces critica; bueno, eso si pienso que me identifico con niñas nerdas que odiaban cualquier tipo de atención… Tal vez me he creído demasiadas historias gringas.
El viajar en él tiene su lado cómico, lo admito, pero también uno interesante: Hay un tramo como de 2 kilómetros, justo saliendo de Playas, donde los que procuramos sentarnos en los asientos de las hileras derechas, sin reprochar, guardamos silencio, con todo y monólogos, y escuchamos sus cálidos “Buenos días”. Y es que desde que mi jefe me dijo que todos los días el mar tiene distintos colores, ningún día idénticos al anterior, me hago a la tarea de identificarlos. Y pasa algo curioso, los colores me llevan y llevan y termino muy lejos de donde empecé pues, termino pensando todo menos morado, gris, amarillo, algo de blanco…
¡Soy hija del autor de esto!
No es como que me remonte a la primaria porque no tuve el privilegio de experimentar las idas y venidas en él; pasó lo contrario, todos los días, los de casa, se aseguraban de dejarme frente a la puerta de la escuela al entrar y salir. Así es que no tengo recuerdos de viajar, entre griteríos y carcajadas, por las mañanas o tardes con mis amigos, ni de sentir miedo a ese largo pasillo que acusa o muchas veces critica; bueno, eso si pienso que me identifico con niñas nerdas que odiaban cualquier tipo de atención… Tal vez me he creído demasiadas historias gringas.
El viajar en él tiene su lado cómico, lo admito, pero también uno interesante: Hay un tramo como de 2 kilómetros, justo saliendo de Playas, donde los que procuramos sentarnos en los asientos de las hileras derechas, sin reprochar, guardamos silencio, con todo y monólogos, y escuchamos sus cálidos “Buenos días”. Y es que desde que mi jefe me dijo que todos los días el mar tiene distintos colores, ningún día idénticos al anterior, me hago a la tarea de identificarlos. Y pasa algo curioso, los colores me llevan y llevan y termino muy lejos de donde empecé pues, termino pensando todo menos morado, gris, amarillo, algo de blanco…
¡Soy hija del autor de esto!
...
¿Mande?
¿Colores? Sí, creo que vi un azul por ahí.
¿Mande?
¿Colores? Sí, creo que vi un azul por ahí.