Gracias Dios por la música. Gracias Dios por tus músicos. Gracias Dios por abrazar tus promesas y palabras de amor a tan extraordinaria creación para mis oídos.
Gracias Dios por tu Hijo. Gracias Dios por dignarte a rescatar a este trapo de inmundicia. En ti esperaré... y en nadie más.
“Jehová reina; regocíjese la tierra…”, Salmo 97:1