miércoles, 22 de septiembre de 2010

Aspirando hacia una nueva década

No hace mucho cumplí 30 años. Entre fascinación y miedo veo cómo pasan mis tiempos. Toma más proporción el recuerdo de Dios de mis días como la neblina: frágiles en todos los sentidos, perecederos y olvidados. Entre más conocimiento absorbo, entre más analizo, veo a este cuerpo que cae; sutilmente aún, pero cae en tenacidad, fibra a fibra muscular, para al final, tomar mejor reposo en mente que en piel. Veo a estos ojos y me pregunto si han perdido luminosidad, si los bastos destellos son de confusión o la profunda esperanza que sólo me ha sabido traer mi Dios.

No sé, tal vez estoy entremezclando mi verdadera personalidad con lo cambios que el tiempo inevitablemente nos trae.

Aunque en ocasiones no entienda a mi Creador, pues mi corrupta naturaleza rehusa asimilar por qué siempre ha insistido llevarme a sí con sus cuerdas de amor, me aferro a su revelación de que me ha amado antes de mi concepción y que por motivo de su perfecta esencia ejecutará el plan que ha diseñado para mí... eternamente bueno.

Qué más esperanza tener fuera de ti.