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No lo puedo creer, mi hermana, pero sobre eso, mi amiga, se casa en unas semanas. Es curioso, más que la tristeza por acercarse el tiempo que no estará más junto a mí, es más la alegría por verla caminar a una nueva vida bajo la bendición de Dios -distinta sería la historia si la misericordia no estuviera acompañada de bendición-. Este tipo de pensamientos y experiencias encontradas últimamente me han extrañado y fascinado. Dios me ha enseñado que la vida no siempre se vive en extremo. Se puede estar en una zona donde conviven la tristeza y alegría; la una agudiza la percepción de la otra y viceversa para llegar a una plena y mayor apreciación de ambas, pero no por esto son disfuncionales sin propósito… Así como la misma esencia de mi Dios: El León de la Tribu de Judá que a la vez también es El Cordero sin mancha.