Ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras.
martes, 19 de enero de 2010
Dejé pasar la Navidad ...
Dejé pasar la Navidad. No me esfuerzo mucho por retenerla porque siempre me trae sentimientos encontrados: Tristeza mezclada con el cálido calor de la comida, digo, la familia. Me frustra la obligación del regalo, los repentinos sentimientos, y vaya que efímeros, de bondad y supuesto interés por el prójimo. Y por otro lado me gusta sentarme a cenar con casi toda mi familia, creo que es la única ocasión en el año en que nos sentimos obligados a juntarnos todos. Disfruto sus sonrisas, carcajadas, disparates, me ponen al corriente de sus vidas y hasta tomo gracia con las nunca faltan en familia discusiones.
Yo no recuerdo al Hijo del Hombre con tanta fiesta, la mayoría de las veces sucede a solas o cuando no hay regalos materiales.
Y empiezo un nuevo año queriendo con ansia aventurar y al mismo tiempo no dejar la responsabilidad de terminar lo empezado. Como Josué he decidido esforzarme y dejar Dios decida si es tiempo de practicar paciencia o ver victoria.
El pasado año vi tomar vida las siguientes palabras: “And all my sour-sweet days/ I will lament and love”… y espero no olvidarlas éste que inicia. Porque encontré aún más peligroso mi corazón y que no es quedarse abatido sino tomar pasos firmes en la Palabra de Dios inamovible –no como este mundo voluble por capricho. Es maravilloso conocer, que despierte, viva, duerma o lo que ha de suceder, estar en las manos de Dios. Me obligo a recordar este año que mi vida es de propósito abundante… lo extiendo también a ustedes pidiéndole a Dios los bendiga con un abundante 2010.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)