viernes, 10 de julio de 2015

Tu nombre a todo bien excede

Alfonso de Virues

Jesús, Señor amable,
Rey santo y admirable,
Invicto Vencedor;
Que si al mortal visitas,
El torpe error le quitas,
Y en cambio das tu amor:
Cuando al hombre lloroso
Escuchas bondadoso,
Le ilustra tu verdad;
Su ruego cuando atiendas
Su gratitud enciendes,
Y exaltas su humildad.

A todo bien excede
Lo que de ti procede,
Ya pena ó ya perdón;
Tú eres del triunfo palma,
Gloria eres tú del alma,
Y paz del corazón.
Jesús, tu nombre santo
Será de hoy más el canto
Que nuestras voces den:
Tus perdones benignos
Nos lleven tan indignos
A tu eternal Edén.

viernes, 3 de octubre de 2014

Not my idea of God

Sed, temor, curiosidad, emoción, asombro, paz y alegría en cada paso por este camino. 


lunes, 28 de abril de 2014


El hombre estaba destinado a dudar de sí, pero no de la verdad; ha sucedido precisamente lo contrario.

Actualmente la parte del hombre que el hombre proclama, es exactamente la parte que no debía proclamar: su propio yo. La parte que pone en duda, es exactamente la parte de la cual no debía dudar: la razón Divina. Huxley, predicó una humildad que se conformaba con aprender de la naturaleza. Pero el escéptico de nuevo cuño es tan humilde, que duda hasta de poder aprender. De ahí resulta que si nos hubiéramos apresurado a decir que no existe una humildad típica de nuestro tiempo, nos hubiéramos equivocado. La verdad es que hay una real humildad típica de nuestro tiempo. Pero ocurre que, prácticamente, es una humildad tan envenenada como la más desorbitada de las postraciones del asceta. La vieja humildad era una espuela que impedía al hombre detenerse; no un clavo en su zapato que le impedía progresar. Porque una vieja humildad hacía que el hombre dudara de su esfuerzo, lo cual lo conducía a trabajar más duro. Pero la nueva humildad hace que el hombre dude su meta, lo cual conduce a cesar su esfuerzo por completo.

Ortodoxia de G. K. Chesterton

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