jueves, 28 de febrero de 2008

El brincolín que son las cosas triviales...


La verdad no sé por qué tanta risa, a lo mejor si yo estuviera en su lugar –de Ana-, también me reiría de mi misma si me viera ahí sentada.

No es como que me remonte a la primaria porque no tuve el privilegio de experimentar las idas y venidas en él; pasó lo contrario, todos los días, los de casa, se aseguraban de dejarme frente a la puerta de la escuela al entrar y salir. Así es que no tengo recuerdos de viajar, entre griteríos y carcajadas, por las mañanas o tardes con mis amigos, ni de sentir miedo a ese largo pasillo que acusa o muchas veces critica; bueno, eso si pienso que me identifico con niñas nerdas que odiaban cualquier tipo de atención… Tal vez me he creído demasiadas historias gringas.

El viajar en él tiene su lado cómico, lo admito, pero también uno interesante: Hay un tramo como de 2 kilómetros, justo saliendo de Playas, donde los que procuramos sentarnos en los asientos de las hileras derechas, sin reprochar, guardamos silencio, con todo y monólogos, y escuchamos sus cálidos “Buenos días”. Y es que desde que mi jefe me dijo que todos los días el mar tiene distintos colores, ningún día idénticos al anterior, me hago a la tarea de identificarlos. Y pasa algo curioso, los colores me llevan y llevan y termino muy lejos de donde empecé pues, termino pensando todo menos morado, gris, amarillo, algo de blanco…

¡Soy hija del autor de esto!


...

¿Mande?

¿Colores? Sí, creo que vi un azul por ahí.

miércoles, 27 de febrero de 2008

Sécase la hierba...


No daré pretextos; siempre hay forma de darle continuidad a todas las cosas que se inician. No sé cuándo ni cómo perdí mi cuenta anterior pero tuvo que abrir una nueva. Podrán ver que ahora esto se ve medio pelón.

La perdí entonces, pasaron los días, y no veía como retomar las riendas o encontrarlas. Pero bueno, no sé por qué ahora reaparecieron y decidí agarrarlas.

Seguirá igual, todo excepto un mayor esfuerzo por no abandonarlo por tanto tiempo. No quisiera que fuera un viejo amigo que necesita recuentos o pláticas más explícitas para estar al día, sino una herramienta que exponga cosas más interesantes; tal vez, o lo más seguro, las que traten y giren sobre la persona de quien el mundo no se cansará de hablar: de Jesucristo.

Como todo en la vida, las ideas y palabras nacen, mueren, se reinventan, mueren de nuevo, sacuden, decepcionan, se desmayan, terminan, lo que sea. Por eso mejor decido explorar aquellas que me aseguran permanecen para siempre… Sécase la hierba, marchítese la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre. Isaías 40:8.